A lo largo de mis deambulaciones lusitanas, he visitado todas las “capillas
de huesos” diseminadas por sus tierras sureñas. Tres de ellas se sitúan en el
Alentejo (“além do Tejo”: más allá del Tajo) y cinco en el Algarve (“al-Gharb”:
el occidente”). Estos bellos espacios macabros, frecuentes sobre todo en
Italia, tienen su origen en el culto de las almas del purgatorio, iniciándose
su construcción en el siglo XVI y llegando hasta el XIX.
La más espectacular y visitada capilla de huesos se encuentra en la iglesia
de San Francisco de Évora, una de las dos capitales del Alto Alentejo. Se trata
de la única en que cobra el clero, incluido un plus por sacar fotografías. Es
una capilla enorme, dividida por seis columnas octogonales en tres naves cubiertas
por bóvedas de arista y cuatro tramos. Los fustes de las columnas están
completamente cubiertos de huesos, intercalándose pilas de cráneos con manojos
horizontales de tibias. La bóveda es un rosario de cráneos, pero lo que más
impresiona son los dos cuerpos medio momificados (había otro, que se deshizo*)
“atados como se ata un haz de leña, y colgados sin tocar, como dicen, en Cielo
ni en Tierra”, por reproducir la descripción del viajero dieciochesco español
Fernando Pérez Bayer. Esta capilla es conocida como Capilla del Desengaño, y no
dejó de sorprender a Robert Southey cuando visitó Portugal.
Magnífica es también la de Campo Maior, tierra fronteriza donde se elabora
el mejor café peninsular. En este caso se trata de una construcción
independiente siempre abierta, o sea en la que hay aún un culto vivo (así al
menos ocurría aún en 1992). Se basa en la de Évora y hasta exhibe en su entrada
la misma inscripción: “Nós, ossos que aqui estamos, pelos vossos esperamos”,
pero es superior desde el punto de vista arquitectónico. Su origen es curioso: la
noche del 15 de septiembre de 1732, un rayo cayó sobre el polvorín del castillo
y estallaron seiscientas arrobas de pólvora y cinco mil granadas, muriendo dos
tercios de la población; tres décadas después se erigió la capilla, en la que
forman parte como actores unos ochocientos esqueletos. En nichos, aún semicubiertos
de piel reseca, montan guardia los más tenaces. Tal vez por lo impresionante
del hecho, que aún vive en la memoria colectiva campomaiorense, esta capilla no
es, como la de Évora, turística, recibiendo limosnas y viéndose velas
encendidas y otras promesas recientes.
De las restantes capillas de huesos, situadas en Monforte**, Pechão, Lagos,
Faro (dos) y Alcantarilha, esta última es la más sugestiva, sobre todo por sus
escalones con piedras planas pintadas de negro para colocar velas y otras
promesas, en lo que viene a ser un insólito trono de huesos.
*Según una tradición, obviamente posterior a la desaparición del tercer
cadáver, los sobrevivientes (¡!) son padre e hijo que le pegaban a la madre;
esta, un día antes de morir, los maldijo diciendo que, por su gran maldad, ni
la tierra los habría de comer.
** Observo en las fotos que tengo de Monforte que aparecen unas cajas de
fósforos y manchas de cera, por lo que seguramente existía allí, o existe
todavía, un pequeño culto.
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Faro, 26-X-92 |
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Faro, 26-X-92 |
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Faro, 11-XI-95 |
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Faro, 26-X-92 |
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Faro, 11-XI-95 |
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Faro, 26-X-92 |
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Faro, 26-X-92 |
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Faro, 11.XI-95 |
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Faro, 11-XI-95 |
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Alcantarilha, 20-XI-93 |
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Alcantarilha, 20-XI-93 |
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Alcantarilha, 20-XI-93 |
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Alcantarilha, 20-XI-93 |
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Alcantarilha, 20-XI-93 |
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Alcantarilha, 20-XI-93 |
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Alcantarilha, 20-XI-93 |
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Alcantarilha, 20-XI-93 |
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Lagos, 7-VII-94 |
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Lagos, 7-VII-94 |
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Évora, 1989 |
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Évora, 1989 |
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Évora, 1989 |
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Campo Maior, 3-XI-92 |
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Campo Maior, 3-XI-92 |
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Campo Maior, 3-XI-92 |
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Campo Maior, 3-XI-92 |
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Campo Maior, 3-XI-92 |
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Campo Maior, 3-XI-92 |
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Campo Maior, 3-XI-92 |
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Campo Maior, 3-XI-92 |
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Campo Maior, 3-XI-92 |
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Campo Maior, 3-XI-92 |
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Monforte, 2-XI-92 |
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Monforte, 2-XI-92 |
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Monforte, 2-XI-92 |
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Monforte, 2-XI-92 |